martes, 5 de abril de 2011

A dos décadas de la Convertibilidad

El 1º de abril de 1991 Domingo Cavallo puso en marcha el Plan de Convertibilidad para acabar con la inflación y reencauzar el proceso de crecimiento de la economía. 
Con motivo de este aniversario, Ambito Financiero publicó una entrevista al padre de la Convertibilidad, dónde éste analiza la gestación del plan y el intento fallido de flexibilizar la fijación cambiaría con una canasta de monedas en el 2001. Su discurso ha evolucionado y ya no defiende más, a raja tabla, la Convertibilidad 1 a 1 con un tipo de cambio inamovible, sino una Convertibilidad flotante dónde el peso hubiera podido flotar entre el dólar y el euro.

De todas maneras, la situación actual dónde la flotación no está condicionada al valor de otra divisa es una política superadora, ya que el libre movimiento del tipo de cambio permite garantizar la solvencia externa ante cualquier shock externo y/o interno.

La canasta de monedas (Dólar-Euro) junto con el factor de empalme del 2001 fue el intento de Cavallo de mejorar en algunos puntos porcentuales la competitividad de la economía, no evaluando que a esa altura el atraso cambiario de Argentina era fenomenal (35%), y que en consecuencia la medida estaba condenada al fracaso.

En estos días, con motivo del aniversario, se ha escrito mucho sobre la experiencia de la Convertibilidad, sin embargo, no se ha respondido a la pregunta de si, ¿había alguna salida en 1999, cuando la devaluación de Brasil exacerbó nuestros problemas de competitividad? La pregunta es relevante en la actualidad dado que Grecia y otros países de la Europa Mediterránea enfrentan un problema similar que ya hemos abordado.

La respuesta es que si había una solución, por cierto costosa, pero infinitamente menos onerosa que la maxidevaluación que terminó provocando el mercado.
Para encontrar la solución, había que tener un buen diagnóstico. El problema era de competitividad (atraso cambiario), es decir el valor del dólar era inferior al que debía tener esa divisa para garantizar tanto la solvencia externa, como la viabilidad de los productores de bienes transables (agro e industria). 
Sin embargo, la ley de Convertibilidad impedía el uso de la política cambiaría.

 ¿Qué hacer?

Había que utilizar otro instrumento para mejorar la competitividad, en particular, había que imponer sustanciales aranceles a las importaciones y utilizar lo recaudado para otorgar subsidios (reembolsos) a las exportaciones. Los aranceles mejoraban la rentabilidad a los sectores industriales y los reembolsos a las exportaciones tornaban rentables los cultivos agrícolas. Por cierto, esta medida no respetaba los acuerdos del Mercosur, pero hubiera sido el precio a pagar para evitar el colapso de la Convertibilidad.

En el caso de Grecia actual, suponiendo un atraso del 25%, habría que poner aranceles a las importaciones por ese monto, otorgar paralelamente reembolsos a las exportaciones, y prever un esquema de reducción progresiva de 5 puntos porcentuales por año, para que al cabo de cinco años esta protección transitoria (aranceles y subsidios) haya desaparecido. Esa medida, complementaría a las actualmente vigentes, evitaría el circulo vicioso de la deflación y brindaría el margen necesario para que el ajuste de la economía pueda realizarse. 

2 comentarios:

Samuel dijo...

Hola Profe:

excelente el artículo, me hizo recordar mucho a las clases de Temas.

Sólo quería preguntarle una duda:

El hecho de establecer un esquema de aranceles a importaciones y reintegros a la exportación, no generaría incentivos perversos que, al momento de revertir la medida (cuando eventualmente el tipo de cambio se ajuste a un nivel razonable cercano al equilibrio), dificulten la eliminación de dicho mecanismo?

Saludos

Samuel (un ex alumno)

Alejandro Gay dijo...

Hola Samuel,
espero que tu maestría vaya viento en popa. En relación a tu inquietud, es probable que se generen inconvenientes, un elemento que ayudaría es que la medida como yo la veo, debería ser implementada conjuntamente por varios países de Europa mediterránea que tienen este problema (no propuse esto en el post para no complicar), en consecuencia el levantamiento también sería coordinado y menos costoso. Existiría durante algún tiempo países europeos con este mecanismo y otros sin él, algo no muy ortodoxo pero en fin, de lo que se trata es de salvar al Euro. Por lo demás, ya sabemos que la medidas que han sido implementadas no bastan o incluso pueden ser contraproducentes, en efecto, el financiamiento externo agrava el atraso cambiario al incrementar el tipo de cambio real de equilibrio, lo que profundiza la recesión y empuja la economía al precipicio.

Saludos