lunes, 16 de agosto de 2010

Entrevista a ex-Secretario de Política Económica

La Nación de hoy publica una interesante entrevista a Federico Sturzenegger. Dos frases me quedaron en mente:
el hecho de que las utilidades contables del Banco Central del año pasado se transfieran al Tesoro, de por sí, generará 17 puntos de inflación. Si el Gobierno no ordena esta situación, enfrentará problemas más serios en 2011.

La otra frase se vincula con su participación en el gobierno de la Alianza.
Fue muy frustrante. Hay una cosa que sí le respeté mucho a De la Rúa y es que siempre dijo: "Había dos candidatos para votar, yo dije que no había que devaluar y el otro que sí". Nos dijo: "Traten de cumplir con el mandato que le di a la ciudadanía". Y no hicimos más que tratar de cumplirlo. Igual, después me convertí, creo que fue positivo salir de la convertibilidad. […]

Sigo esperando la conversión de Cavallo …, porque es incomodo para la profesión que excelentes economistas persistan en sus errores.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Coyuntura y balance de la década

En la nota de La Nación de hoy Juan Llach realiza un breve comentario sobre la coyuntura y un equilibrado balance de la década, a modo de síntesis señala:

Ocurre pues que, como tantas otras veces en el pasado, el crecimiento del país no es sostenible y se basa en hipotecar parte importante del bienestar de las generaciones futuras. No obstante, la Argentina cumplirá en 2010 nueve años sin un derrumbe macroeconómico, acercándose al récord de 1963 a 1974, y esto es muy bueno para el país, para la democracia y para los más pobres, siempre los que más sufren esas catástrofes.

domingo, 8 de agosto de 2010

Marcó del Pont y los derechos de propiedad

En una declaración pública del miércoles 4 de agosto, los empresarios nucleados en la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y sus colegas de la Unión Industrial Argentina (UIA) coincidieron en que "un marco institucional republicano sólido, la seguridad jurídica, reglas de juegos estables y previsibles y el pleno respeto por la actividad privada, son condiciones indispensables para un desarrollo sostenido y continuado que incluya a todos los argentinos".

Declaraciones que en cualquier lugar del mundo hubieran pasado desapercibidas ya que apuntan a cierta normalidad institucional, obtuvieron una dura respuesta por parte de la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, quién relativizó el concepto de seguridad jurídica con una catarata de afirmaciones destempladas y descontextualizadas. En efecto, algunas de las frases de Marcó del Pont fueron:

¿De qué hablan algunos empresarios cuando hablan de seguridad jurídica?

¿Qué seguridad jurídica garantizaba la convertibilidad, que parecen extrañar estos empresarios, que condujo a la Argentina a una de sus peores crisis e incluyó la ruptura de todos los contratos?

¿Cuál era la seguridad jurídica que tuvieron los ahorristas que sufrieron la expropiación con el Plan Bonex y posteriormente con el corralito y el corralón? ¿Qué seguridad jurídica protegió los ahorros de los trabajadores que fueron presa de los negocios de las AFJP?

¿Qué seguridad jurídica se les garantizó a los jubilados y empleados públicos cuando el gobierno de la Alianza les recortó los haberes?

Con el fin de ordenar la discusión y valorar la argumentación de Marcó del Pont es conveniente aclarar que en su razonamiento se mezclan dos principios económicos distintos. Por un lado, la seguridad jurídica que garantiza los derechos de propiedad; por el otro, la sana administración de la política macroeconómica que evita la volatilidad macro, la crisis u otra patología (hiperinflación, default, maxidevaluación). Si un país pretende crecer de manera sostenida debe respetar ambos principios y no solamente uno de ellos!

En los ’90 se respetaron derechos de propiedad, pero no se garantizó la sostenibilidad de la política macroeconómica. En particular, la fijación del tipo de cambio generó atraso cambiario, problemas de solvencia externa y solvencia fiscal que terminaron afectando los derechos de propiedad, como lo señala Marcó del Pont. Es sabido que toda crisis macroeconómica de proporciones induce a la violación de los derechos de propiedad, y esto constituye una de las razones para evitarlas.

Puede entenderse que un empresario sea incapaz de evaluar la sostenibilidad de una política económica dada (no ha sido formado para ello) y que no perciba entonces, que una cierta combinación de políticas conduce al abismo y la crisis. Sin embargo, es imperdonable que un economista no defienda a rajatabla el respeto de los derechos de propiedad. Garantizar los derechos de propiedad y el cumplimiento de la ley, para que los inversores puedan apropiarse de las utilidades que generan sus emprendimientos, es un principio universal de la teoría económica. No existe corriente de pensamiento económico alguna que omita este requisito en una estrategia de crecimiento.

En ese sentido, la idea de desvalorizar la importancia del reclamo empresario es simplemente una estupidez, sobre todo cuando hay varios indicios concurrentes de que en Argentina hay un problema de baja apropiabilidad privada de los retornos de la inversión por fallas del gobierno vinculadas al no respeto de los derechos de propiedad.

Cuanto más productivo sería para el país que Marcó del Pont abandone la militancia, y se ocupe de eliminar una de las fallas del gobierno que está a su alcance, el impuesto inflacionario, que viola el derecho de propiedad de los argentinos que han confiado en el peso como reserva de valor.